Sagua La Grande
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Aún no ha sido fundada oficialmente,pero las cabañas ocasionales allí existieron desde principios del siglo XX, hasta donde se conoce,pues algunos viejos afirman,que en el siglo XIX, ya existía este rústico “Balneario Salvaje”de los sagüeros.
En 1901 se tomó a Uvero como referencia para formar el nuevo término municipal de Sagua por el N.E; ya desde el siglo XIX existía un trillo muy irregular para llegar a este sitio desde Sagua pasando por muchas fincas, el cual quizás pudiera ser mucho más antiguo y hasta prehistórico, ¡por qué no! La travesía en bote desde la Isabela era lo más práctico.
En las dos primeras décadas del siglo XX solo allí llegaban por tierra aventureros, cazadores y pescadores que con mucho conocimiento sabían la secuencia del tortuoso camino entre los montes, y algún que otro playero que en escapada esporádica pasaba su exótico domingo en playa tan escondida.
Pero no fue hasta 1934, que por iniciativas de la señora Alejandrina Núñez de León, directora y maestra del Kindergarten # 4 de Sagua La Grande, se creó la “Colonia Infantil de Playa Uvero” con un batallón de entusiasmados muchachos que asaltaban este paraíso de sol y mar escondido en el agreste litoral para veranear y tomar el aire puro recibiendo cooperación del Teniente Coronel Señor Abelardo Gómez Gómez , Jefe del Regimiento “Leoncio Vidal” de Santa Clara en esta noble y benéfica empresa en favor de la niñez, y también de Don Manuel León Fontela, esposo de Alejandrina, quien dió gran ayuda a su esposa para que esta idea pudiera ser posible desde su posición de comerciante y amigo de muchas personalidades del comercio, política y sociedad.
Huvo que talar, chapear y rellenar mucho para que aquel antiguo sendero se convirtiera en camino transitable, y aún así la irregularidad de un terreno tan fangoso en la temporada de lluvia (que coincide con el inicio de temporada playera) hacía muy difícil y lento el tránsito, tanto a pié como a caballo o en carretón. Por estos tiempos parecía más una guardarraya entre cañaverales y montes que una carretera en sí. El tramo final de este camino fue el más difícil pues una enorme laguna de más de un kilómetro separaba a la franja costera del terreno firme que formaba el llamado “Monte Uvero”, por lo que huvo que dragar ambos lados y veter este contenido en el centro para formar así el largo terraplén que tanta vista muestra a nuestra llegada a Uvero.
De esta forma a finales de la década del 30 ya comenzaron a verse casitas que se iban aglomerando a la entrada de la playa, como las de las familas de Melquiades Martínez, los Sevillano, Revuelta, García y Yanes, entre otros.
El difícultoso camino hacia Uvero demoraba el viaje, pero una línea férrea vino a acortar el tiempo y por tanto, se comenzó a crear la infraestructura necesaria para la comodidad de los uveristas.El trencito hacía su recorrido desde la estación inicial ubicada en la esquina que forma la carretera de Resulta y la avenida de Gómez (frente al colegio de los Jesuítas), y pasando por el “Central Resulta”, seguía hacia la costa para encontrarse con la improvisada playa de los sagüeros.
Poco después se construyó una carretera real (de tierra) con 12 kilómetros de longitud y dos vías para el tránsito, y puede afirmarse que la década del 1940 fue el período de verdadero auge para esta playa, que aunque no puede competir con otras arenas de Cuba, es un punto de mágica atracción para todo aquel que lo visita y camina por sus curiosas calles de madera, disfrutando de una brisa constante y de un cielo sin igual, entre ron, guitarras, hogueras y bellas sagüeras veraneantes.
Entre la carretera y el ferrocarril, Uvero se acercó más a los sagüeros; ya no era tan difícil llegar a lo que había sido por 20 años un largo y escabroso camino al pantanoso reducto de la costa.
Aún no ha sido fundada oficialmente,pero las cabañas ocasionales allí existieron desde principios del siglo XX, hasta donde se conoce,pues algunos viejos afirman,que en el siglo XIX, ya existía este rústico “Balneario Salvaje”de los sagüeros.
En 1901 se tomó a Uvero como referencia para formar el nuevo término municipal de Sagua por el N.E; ya desde el siglo XIX existía un trillo muy irregular para llegar a este sitio desde Sagua pasando por muchas fincas, el cual quizás pudiera ser mucho más antiguo y hasta prehistórico, ¡por qué no! La travesía en bote desde la Isabela era lo más práctico.
En las dos primeras décadas del siglo XX solo allí llegaban por tierra aventureros, cazadores y pescadores que con mucho conocimiento sabían la secuencia del tortuoso camino entre los montes, y algún que otro playero que en escapada esporádica pasaba su exótico domingo en playa tan escondida.
Pero no fue hasta 1934, que por iniciativas de la señora Alejandrina Núñez de León, directora y maestra del Kindergarten # 4 de Sagua La Grande, se creó la “Colonia Infantil de Playa Uvero” con un batallón de entusiasmados muchachos que asaltaban este paraíso de sol y mar escondido en el agreste litoral para veranear y tomar el aire puro recibiendo cooperación del Teniente Coronel Señor Abelardo Gómez Gómez , Jefe del Regimiento “Leoncio Vidal” de Santa Clara en esta noble y benéfica empresa en favor de la niñez, y también de Don Manuel León Fontela, esposo de Alejandrina, quien dió gran ayuda a su esposa para que esta idea pudiera ser posible desde su posición de comerciante y amigo de muchas personalidades del comercio, política y sociedad.
Huvo que talar, chapear y rellenar mucho para que aquel antiguo sendero se convirtiera en camino transitable, y aún así la irregularidad de un terreno tan fangoso en la temporada de lluvia (que coincide con el inicio de temporada playera) hacía muy difícil y lento el tránsito, tanto a pié como a caballo o en carretón. Por estos tiempos parecía más una guardarraya entre cañaverales y montes que una carretera en sí. El tramo final de este camino fue el más difícil pues una enorme laguna de más de un kilómetro separaba a la franja costera del terreno firme que formaba el llamado “Monte Uvero”, por lo que huvo que dragar ambos lados y veter este contenido en el centro para formar así el largo terraplén que tanta vista muestra a nuestra llegada a Uvero.
De esta forma a finales de la década del 30 ya comenzaron a verse casitas que se iban aglomerando a la entrada de la playa, como las de las familas de Melquiades Martínez, los Sevillano, Revuelta, García y Yanes, entre otros.
El difícultoso camino hacia Uvero demoraba el viaje, pero una línea férrea vino a acortar el tiempo y por tanto, se comenzó a crear la infraestructura necesaria para la comodidad de los uveristas.El trencito hacía su recorrido desde la estación inicial ubicada en la esquina que forma la carretera de Resulta y la avenida de Gómez (frente al colegio de los Jesuítas), y pasando por el “Central Resulta”, seguía hacia la costa para encontrarse con la improvisada playa de los sagüeros.
Poco después se construyó una carretera real (de tierra) con 12 kilómetros de longitud y dos vías para el tránsito, y puede afirmarse que la década del 1940 fue el período de verdadero auge para esta playa, que aunque no puede competir con otras arenas de Cuba, es un punto de mágica atracción para todo aquel que lo visita y camina por sus curiosas calles de madera, disfrutando de una brisa constante y de un cielo sin igual, entre ron, guitarras, hogueras y bellas sagüeras veraneantes.
Entre la carretera y el ferrocarril, Uvero se acercó más a los sagüeros; ya no era tan difícil llegar a lo que había sido por 20 años un largo y escabroso camino al pantanoso reducto de la costa.
Fueron pieza clave para el viaje a Uvero los camiones particulares de barrio que puntualmente partían todas las mañanas de domingo con sus vecinos y regresaban por la tarde con la misma gente, uno de ellos, el del Moro (Chajil) en la calle Gonzalo de Quesada y Solís, Por allá por la línea férrea y la misma calle el camión de Tuto (Hernández), así como otros en cada uno de los barrios de la ciudad. De la fundición Macfarlane salía el camión KP3 de Dominguito Martínez y en otros centros de trabajo sucedía lo mismo. Después de 1980 se mejoró la carretera con una capa de asfalto y entonces comenzó a circular diariamente una guaguita que manejaba Milton.
Uvero no ha cambiado mucho desde décadas pasadas, y mantiene su pintoresca característica de casitas de maderas y muelles sobre pilotes, una especie de ciudad palafítica flotante en la baja costa. Los sagüeros tampoco quieren que cambie ni se comvierta en balneario de rascacielos y taxis, la prefieren rústica y natural como siempre ha sido, pero si les gustaría mejorar sus viejas casitas de madera con nuevas tablas, pintura y comodidades interiores que existen en el mercado marino internacional (Ver ideas en UVERISMO).
Este paraíso (para los sagüeros), graciosa ciudad atlántida que muestra sus portales abiertos a la acariciante brisa del norte. Día y noche suena la guitarra entre el humo y el ron de los alegres vacacionistas que no desean dormir.Otros levantan sus tiendas de campaña en los aislados canalizos donde fríen al instante los ejemplares que pescan.Uvero emana una agradable atracción entre sus visitantes.
”Quien pise sus tablones, a Uvero ha de volver”.
A continuación un acta expedida el 16 de Junio de 1939, sobre los inicios de la Colonia Infantil para que nunca se olvide a la gestora de este refugio de los sagüeros.
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Más detalles sobre Uvero en el Website:
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ARCHIVO SABANEQUE
1970 - 2009
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